Tengo dos técnicas para mantener una actitud psicológica
positiva.
La primera es que me digo que el tiempo geológico no es el
tiempo de las civilizaciones, que el tiempo de las civilizaciones no es el
de los regímenes políticos y que el tiempo de los regímenes no es el de
los hombres. Hay que aceptarlo.
Si me comprometo en el proyecto de
transformar Túnez, con quince siglos de antigüedad, no voy a
transformarla en veinte años. Debo aceptar por tanto los plazos del
tiempo largo. Y a partir de ahí, no me desanimo, porque mi horizonte
no consiste en los próximos seis meses o en la próxima elección
presidencial: es el de los próximos cien años, que yo no veré, como es
evidente.
Y la otra técnica proviene del hecho que soy un hombre del
sur.
Vengo del desierto y vi a mi abuelo sembrar en el desierto.
No sé
si usted sabe lo que es sembrar en el desierto. Siembra en una tierra
árida y luego espera. Si cae la lluvia, recolecta.
No sé si usted ha visto
el desierto después de la lluvia, ¡es como la Bretaña! Un día, usted
marcha sobre una tierra completamente quemada, luego llueve y lo
que sigue, usted se pregunta cómo ha podido producirse: tienes flores,
verdor...Todo simplemente porque los granos ya estaban ahí...
Esta
imagen me marcó de verdad cuando era niño. Y, en consecuencia, ¡hay
que sembrar! ¡Incluso en el desierto, hay que sembrar! Y es de esta
manera que veo mi trabajo. Siembro y si mañana llueve, está bien, y si
no, al menos los granos están ahí, porque ¿qué va a pasar si no
siembro? ¿Sobre qué caerá la lluvia? ¿Qué es lo que va a crecer,
piedras?
Es la actitud que adopto: sembrar en el desierto... .
Moncef Marzouki, médico, escritor y político tunecino, fué opositor al régimen
dictatorial de Ben Alí y primer presidente elegido democráticamente en Túnez el 12 de diciembre de 2011
Mas sobre la actualidad de Marzouki:
Moncef Marzouki, anunció el domingo su retirada del Gobierno de coalición liderado por la formación islamista moderada En Nahda,
Marzuki explicó su visión de la división social en Túnez, alegando que mientras la mayor preocupación de los más pobres en el país es seguir siendo pobres tras la revolución, la del resto de la sociedad es que los islamistas puedan gobernar, imponer la sharia, introducir iglesias religiosas y obligar a las mujeres a llevar burka. Y las dos partes deben llegar a un consenso a la hora de elaborar la nueva Carta Magna. Si no, habrá una “guerra política” que sería muy dañina para la economía, la inversión y la imagen del país.