Nueva dinámica del fascismo español: necesitamos nuevas respuestas antifascistas
El fascismo español experimenta un inusitado revival. Se multiplican sus agresiones contra inmigrantes, grupos de izquierda, antifascistas, homosexuales..., pero además son hoy mucho más activos
Marat asaltarloscielos.blogspot.es | asaltarloscielos.blogspot.es | Hoy 0:22 | 581 lecturas | 17 comentarios
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¿Pero es esto realmente novedoso? Con mostrar signos de incremento, no lo sería realmente sino en un plano meramente cuantitativo, lo cuál es grave pero la realidad de la nueva dinámica fascista lo es mucho más.
Entonces, ¿qué está cambiando dentro del fascismo español? Hay dos primeros nuevos fenómenos, además del citado, que sugieren una transformación de su estrategia.
La primera variación en el panorama del fascismo español es el incremento y diversificación de su presencia mediática y social.
Por lo que respecta a su presencia mediática, en los dos últimos años ha crecido exponencialmente su activismo en Internet, en número de webs, blogs, foros y páginas como youtube, no sólo propios sino ideológicamente no lejanos: Libertad Digital, hazteoir.org (ligado a los movimientos antiabortistas más activos), forumlibertas, foros digitales de La Razón y ABC. Han entrado, además, con virulencia en otros del campo opuesto: Público, El País.
En el mismo orden mediático, su presencia en medios de comunicación tradicionales se ha asentado. En Radio Intercontinental, refugio de la extrema derecha, se ha convertido su presencia ya en habitual y sin máscara. Jesús Muñoz, del Sindicato de Trabajadores Nacional Sindicalistas (con buenas relaciones con la organización empresarial Fomento del Trabajo) es un habitual de la casa. Lo mismo que La Falange (no confundir con FE-JONS) en el programa “La Gran Esperanza” de la misma radio. En el Canal CatalàTV, el cura de extrema derecha Carlos Fuentes lleva con frecuencia al Presidente de Plataforma per Catalunya (PxC), Josep Anglada. PxC es una organización de extrema derecha catalana, cuyos principales ejes de acción son la lucha contra los inmigrantes y a favor de la seguridad ciudadana. Ya sabemos lo que entienden los fascistas por una y otra cosa.
Pero la presencia social se ha hecho mucho más amplia y diversa que la mediática. Históricamente el fascismo español durante los últimos veinte años se venía concentrando en las siguientes áreas de acción: fútbol, por la amplificación escénica e irracional que el contexto del campo le permite; agresiones a inmigrantes, porque le permitía encontrar la “compresión” de sectores solapada o abiertamente fascistas; agresiones a homosexuales y transexuales o travestis, como modo de conectar con la sumergida homofobia del país; agresiones a militantes de izquierda y antifascistas, porque constituían sus enemigos naturales y su objetivo para el entrenamiento en la violencia preferido; clínicas y profesionales que practican la interrupción voluntaria del embarazo, al conectar el antiabortismo con un componente emocional y sangriento muy del gusto de la derecha católica, una de sus referencias. La Universidad como segundo entorno masivo, muy útil para su propaganda. Otros colectivos víctimas de sus agresiones lo eran en menor modo, aunque no de forma insignificante: prostitutas, mendigos, toxicómanos, ancianos, periodistas, nacionalistas vascos y catalanes,...
La nueva realidad de la acción de los fascistas en España presenta un marco social mucho más amplio y diversificado. Junto al descrito aparecen ahora otros “frentes de lucha”: mientras el del fútbol se ha debilitado ligeramente, por la actuación de algunos clubes que sí han cumplido las directivas contra la violencia y la exhibición de simbología nazi-fascista, el del movimiento antiabortista se ha ampliado enormemente. La actuación de los sectores integristas y trabucaires de la Iglesia Católica, ampliamente mayoritarios, ha creado un contexto favorecedor de visualización de los grupos fascistas en las manifestaciones de los próvida, y variantes (Hazteoir.org, Adevida, Derecho a Vivir, Médicos por la Vida,...) y los obispos españoles. Es el caso de grupos como Alternativa Española (AES), partido promovido por Blas Piñar y su yerno. Pero junto a ellos, están entrando a saco en otros escenarios que hasta ahora les estaban vedados y que eran campo de reivindicación de la izquierda marxista revolucionaria y libertaria: el republicanismo (Movimiento Social Republicano-MSR, de orientación mussoliniana), las reivindicaciones en el contexto de la crisis capitalista (La Falange, FE-JONS, Frente Nacional, Movimiento Social Republicano, Movimiento Patriota Socialista, que se atrevió el 28 de Marzo, día de lucha internacional frente a la Crisis capitalista,a manifestarse en Vallekas, aunque obtuvo respuesta antifascista), movimiento estudiantil “anti-Bolonia” (MSR, Democracia Nacional-DN), lucha antisionista y procausa árabe y palestina (MSR), movimiento ecologista (Falange Auténtica y Pensamiento y Acción Ecologista-PAE, proveniente de Alianza Nacional), el asociacionismo agrario tipo COAG (AES, DN).
Mantienen y refuerzan reivindicaciones históricas de los sectores ultraderechistas: demanda de nueva ley del menor, con la exigencia de cárcel a partir de los 16 años y cadena perpetua, en el contexto de los asesinatos sucedidos a menores de edad (el caso de Marta del Castillo está siendo aprovechado por grupos como el Frente Nacional), inmigración, con la exigencia de expulsión de inmigrantes (Frente Nacional, España 2000,...).
¿Qué ha cambiado en estos últimos años? Varios aspectos fundamentales: una fuerte movilización de los sectores de la derecha tradicional (PP) y la Iglesia Católica contra diversos aspectos relativos a derechos sociales (laicismo, ampliación de la ley del aborto,...). Recordemos como el arzobispo de Pamplona pedía en Mayo de 2007 el voto para organizaciones fascistas como Falange Española de las JONS, Alternativa Española o Comunión Tradicionalista Católica. A ello se añade una crisis sistémica del capitalismo, que está provocando cifras de paro no conocidas hasta ahora y que hacen aflorar sentimientos racistas y xenófobos en la sociedad española, haciendo del inmigrante el chivo expiatorio del paro. Junto a ello una movilización muy fuerte de grupos ultras y “antiterroristas” (AVT), que han secuestrado la memoria de las víctimas de ETA y del terrorismo islámico (intoxicación y tergiversación de la derecha política, social y mediática ante el atentado del 11-M:“Peones Negros”, cercanos a Jiménez Losantos y Libertad Digital y sostenedores de la teoría conspiranóica de la trama islamoetarra). Junto a ello los procesos de revisionismo sobre el fascismo y el nazismo, mucho más graves cuando se realizan desde el Gobierno de Berlusconi (El ministro de Defensa de Italia, Ignazio La Russa, ha afirmado que los militares fascistas de la llamada República de Saló (1943-1945), que combatieron para impedir la entrada de los aliados, "merecen respeto" porque lucharon para defender la patria). Recordemos que el partido de Berlusconi acaba de fusionarse con la Alianza Nacional de Fini, heredera de los “misinos” (MSI) mussolinianos. Este fenómeno de fascistización de Europa, en algunos casos desde el Gobierno (Italia, hasta no hace mucho en Austria y Polonia) está dando vigor y orgullo a la extrema derecha española, todo ello unido a un PP radicalizado hacia posiciones ultraderechistas tras el 11-M de 2004.
Junto a ello, no podemos olvidar la enorme debilidad de la izquierda europea y específicamente española; algo que han captado los fascistas, lo que les permite sacar pecho y abrir frentes en ámbitos que hasta hoy les estaban vedados. La osadía y la chulería con la que lo hacen muestra que nos han perdido el miedo, que se sienten fuertes y que esperan un crecimiento social y político temprano. No sería extraño comprobar que su militancia está creciendo dentro de un espacio social favorecedor (movimientos de masas en temas con arraigo social entre los sectores más reaccionarios de la sociedad española) y ante la debilidad de respuesta ante su actuación por parte de la izquierda.
¿Cuál debe de ser la respuesta desde el antifascismo ante la evidencia del crecimiento, el incremento de su virulencia, la capacidad de conectar con sectores sociales diversos (lo está haciendo hasta con gentes que se dicen de izquierda pero hacen discursos nacionalistas, proteccionistas en lo económico y xenófobos en la cuestión de la inmigración) y cada vez más amplios y el descaro y atrevimiento con el que exponen sus discursos demagógicos y falaces?
Hasta el día de hoy la bandera del antifascismo, entendida en su sentido más activo, comprometido y arriesgado, ha sido mantenida por sectores minoritarios provenientes de militancias comunistas y libertarias. Lo ha hecho con desigual fortuna, aunque en casos recientes como el de las manifestaciones de grupos nazi-fascistas en localidades como Treviño, Valladolid o en Vallekas en Madrid con notable éxito y valor de los componentes de los grupos antifascistas.
Durante mucho tiempo los antifascistas militantes han tenido que soportar su combate contra el huevo de la serpiente de formas semiclandestinas, duras y difíciles, a menudo con insuficiente comprensión social por parte de la izquierda de su valiente y meritoria labor.
La situación presente exige una respuesta cuantitativa y cualitativamente más amplia y, me atrevería decir que, diversa. Si el fascismo está creciendo en España, como parece, es necesario oponerle una respuesta cien mil veces mayor. Atajar la amenaza que representa antes de que se asiente con mayor fuerza y solidez.
Si algo podemos aprender del pasado es que, independientemente de los errores que pudieran tener las políticas de frentes populares y los comités antifascistas en la Europa de entreguerras, su carácter de frente amplio fue acertado. Hubo derrotas, obviamente, en países como España, Francia, Italia, Alemania (sangrantes), Checoslovaquia o Hungría, por citar algunos ejemplos. Pero no deja de ser cierto que en muchos casos lo fueron por efecto de la poderosa maquinaria militar del III Reich, por lo tardío de la respuesta antifascista y por el sectarismo partidario que por la incorrección de los planteamientos entonces defendidos.
Por encima de cómo se comportasen las democracias burguesas de entonces, la socialdemocracia, los movimientos comunistas y libertarios de diversa orientación (no voy a ahondar heridas pero sí dejar claro que mis argumentos los hago desde una posición comunista), lo cierto es que el esquema de frentes amplios era acertado porque suponía comprometer a amplios sectores de la sociedad frente a la hidra que trataba de destruir la razón y la civilización humanas.
En mi opinión, es necesario levantar la más vasta contraofensiva frente a la bestia. Se trata de construir miles de alianzas, solidaridades y redes sociales antifascistas desde la lucha política, ciudadana, social, universitaria, sindical, ideológica, cultural, feminista, internacionalista, anticapitalista, democrática; organizada y diversificada, diferenciando vanguardia y retaguardia, diversos niveles de compromiso, desde donde cada uno milite o actúe, uniendo posiciones, buscando la unidad, anteponiendo objetivos, evitando el sectarismo, siendo generosos, de un modo abierto y flexible.
Recientemente he leído un artículo en kaosenlared.net titulado “Antifascismo: de la marginalidad al movimiento de masas” de la Gazte Komunisten Batasuna (31-3-2009). Tengo que dejar claro que no me gusta su música, en mi opinión demasiado injusta hacia quienes se han partido la cara estos años contra el fascismo. Pero sí considero acertados su diagnóstico sobre el riesgo de crecimiento y desarrollo del fascismo y sus planteamientos de necesidad de ir hacia un movimiento antifascista amplio. Ésta es la esencia de lo que realmente importa.
Desde mi perspectiva, el texto aludido aporta aún otro hallazgo: el de la llamada a la convivencia y respeto entre todas las corrientes ideológicas antifascistas (“Es preciso asumir que el antifascismo debe poder acoger diversas tendencias ideológicas y políticas sin que éstas se canibalicen entre sí, y sin que los diversos agrupamientos político-sociales compitan entre sí por la “hegemonía”, el “protagonismo” u otros fines particulares.No es en el seno del movimiento antifascista, como no lo sería en el seno de un movimiento democrático general, donde vamos a resolver todo aquello que nos separa a unos de otros. Lo principal es que la organización sea eficaz, no sea pesada ni costosa (en términos de esfuerzo y otros) para todos”).
En todo caso, convendría ir aún más lejos de lo que dicho texto propone. Existe un sector muy importante de gente que es “visceralmente antifascista”, no formada política ni ideológicamente, pero que quiere ser, sabe quiénes son sus oponentes y cómo siente su rebeldía. Esos son magníficos para la causa antifascista porque nos permitirán conectar con otros sectores mucho menos concienciados, más alejados de la lucha y el compromiso políticos. Ellos son base y complicidad de un movimiento extenso y con futuro.